TEMA:           Dios está obrando aunque tú no lo entiendas.

TEXTO:          Ex. 1-10

Por:                 Ps. Jessica Alzamora

INTRODUCCIÓN: Dios tiene un plan específico para nuestras vidas, para nuestros hijos, para nuestra familia y tiene el control de todo lo que nos pasa, sabe lo que es mejor para nosotros y permite muchas cosas para nuestro bien, para que el carácter de Cristo sea formado en nosotros.  Tiene sus formas, sus maneras y su tiempo para obrar y hace cosas hermosas con aquellos que aprenden y están dispuestos a pasar por sus procesos y esperar en su voluntad perfecta.

I. DIOS VÉ EL SUFRIMIENTO DE SU PUEBLO, ESCUCHA SU CLAMOR Y SE COMPADECE DE SUS HIJOS.

A.    La esclavitud de los hebreos Ex. 1:6-10

    1. José y todos sus hermanos conformaban el pueblo de los hebreos y vivían en Egipto, gozando de todos los beneficios que había allí, porque José era un gobernante importante en esta nación.
    2. Al morir José y todos sus hermanos, se levantó un nuevo rey en Egipto que no temía a Dios, ni le importaba nada.
    3. El nuevo rey dijo a los egipcios: El pueblo de los hebreos es mayor y más fuerte que nosotros, debemos ser muy inteligentes para con ellos, no sea que se una a nuestros enemigos y no nos sirvan más como esclavos.
    4. Este nuevo rey, no los trató como amigos sino como esclavos.

B.     El sufrimiento de los hebreos Ex. 1:11-14

    1. Les pusieron jefes egipcios para que los molestasen.
    2. Les hicieron construir ciudades enteras.
    3. Les hacían servir con dureza.
    4. Les amargaban la vida.
    5. Les ponían a hacer barro y ladrillo.
    6. Los obligaban con rigor.
    7. Los egipcios golpeaban y maltrataban a los hebreos.
    8. Pidieron a las parteras que si nacían varones los maten

C.     El clamor de los hebreos Ex. 2:23-25

    1. Los hebreos gemían a causa de la servidumbre.
    2. Clamaron a Dios.
    3. Dios escuchó su clamor.
    4. Dios se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob.
    5. Dios miró a los hebreos y los reconoció.

II. DIOS ESCOGE A UN HOMBRE PARA LIBERAR A SU PUEBLO Ex. 3:7-10

    1. El propósito de Dios era librar a Israel de la mano de los egipcios, Que ya no sean más esclavos sino libres. Egipto era un amo cruel, El mundo es un amo cruel, el pecado es un amo cruel, Satanás es un amo cruel, Dios quiere que seamos libres de estos amos que no solo son crueles sino que quieren destruir a la iglesia de Cristo.
    2. El propósito de Dios fue sacarlos de Egipto y llevarlos a una tierra buena y grande, tierra que fluye leche y miel. Tierra de bendición, de productividad. Y que su pueblo disfrute de esta bendición.
    3. Llevarles a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.
    4. Dios escoge a Moisés para cumplir esta misión, de sacar de Egipto al pueblo de Israel.
    5. Él escoge a las personas y decide usarlas como Él quiere. Así como escogió a Moisés puede haberte escogido a ti para que le sirvas ¿Lo estás haciendo?.
    6. Esta es una misión de Dios, en el plan de Dios, Moisés es solo un instrumento, el plan de Dios debía cumplirse, pero a su manera,  en medio de procesos y en su tiempo. A veces nosotros queremos que sucedan las cosas rápido y a nuestra manera, pero el Señor es el único que sabe lo que es mejor.

III. DIOS INTERVIENE PARA QUE SE CUMPLA SU PLAN PARA CON SUS HIJOS.

Envió a Moisés ante Faraón, Él tiene una forma, sus maneras y sus tiempos para obrar como Él quiere. Nosotros debemos estar dispuestos a entrar en sus procesos y aprender a esperar en su voluntad. Miremos como obra el Señor:

A.    Le dá demostraciones de su poder

Éxodo 7:10–12 (RVR60) — 10 Vinieron, pues, Moisés y Aarón a Faraón, e hicieron como Jehová lo había mandado. Y echó Aarón su vara delante de Faraón y de sus siervos, y se hizo culebra. 11 Entonces llamó también Faraón sabios y hechiceros, e hicieron también lo mismo los hechiceros de Egipto con sus encantamientos;12 pues echó cada uno su vara, las cuales se volvieron culebras; mas la vara de Aarón devoró las varas de ellos.

B.     Se endurece el corazón de Faraón.

“Y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho. ” (Éxodo 7.13, RVR60)

C.     Dios Envía 10 plagas.

1.      La plaga de la sangre

Éxodo 7:20–22 (RVR60) — 20 Y Moisés y Aarón hicieron como Jehová lo mandó; y alzando la vara golpeó las aguas que había en el río, en presencia de Faraón y de sus siervos; y todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre. 21 Asimismo los peces que había en el río murieron; y el río se corrompió, tanto que los egipcios no podían beber de él. Y hubo sangre por toda la tierra de Egipto. 22 Y los hechiceros de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos; y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó; como Jehová lo había dicho.

Dios mandó que Moisés se enfrentara al faraón en la orilla del Nilo, porque el rey acostumbraba a caminar por allí. Sin duda ese era un acto de adoración de parte del faraón, puesto que los egipcios consideraban al Nilo como un dios.[1]

Cuando los hechiceros usaron con éxito sus encantamientos para llevar a cabo el mismo acto de transformar el agua en sangre, otra vez se endureció el corazón del faraón y se negó a escuchar la petición de Moisés y de Aarón.

Los hechiceros eran instrumentos de Satanás. Especialmente en tiempo de gran crisis, Satanás reúne todos sus considerables poderes para oponerse a las obras del Señor.

En ésta ocasión, Dios permitió que Satanás mostrara su poder por medio de sus agentes. Sin embargo, aun aquí lo que realizaron los hechiceros, de ninguna manera se igualó con el poder del milagro de Dios. Posteriormente Dios también le puso un alto a su demostración limitada de poder satánico.[2]

2.      La plaga de ranas

Éxodo 8:5–10 (RVR60) — 5 Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, arroyos y estanques, para que haga subir ranas sobre la tierra de Egipto. 6 Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto. 7 Y los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto. 8 Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Orad a Jehová para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir a tu pueblo para que ofrezca sacrificios a Jehová. 9 Y dijo Moisés a Faraón: Dígnate indicarme cuándo debo orar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas, y que solamente queden en el río. 10 Y él dijo: Mañana. Y Moisés respondió: Se hará conforme a tu palabra, para que conozcas que no hay como Jehová nuestro Dios.

Esta vez el faraón se dirigió a Moisés y a Aarón en busca de ayuda, prometiendo que le iba a permitir a Israel que ofreciera sus sacrificios al Señor si le quitaba la plaga. Moisés hasta le permitió al faraón escoger el día en que esto iba a acontecer, pero cuando el faraón vio que había sido quitada la plaga, se negó a dejar ir a Israel.

Esa acción traicionera del faraón estableció el modelo de su reacción ante las demás plagas. Por medio de palabra y obra, Moisés hizo saber claramente que esas plagas eran obras del Dios todopoderoso. El faraón nunca reconoció eso en su corazón.

Él iba a suplicar misericordia mientras buscaba alivio, pero tan pronto como llegaba este alivio “endureció su corazón” y persistía en su dureza hasta que Dios mismo selló su condenación.

También hoy con frecuencia sucede que las personas desafían a Dios precisamente como lo hizo el faraón. En tiempo de crisis claman al Señor en busca de ayuda; están dispuestos a prometerle cualquier cosa si él les quita la amenaza de sus problemas. Pero tan pronto como pasa la crisis, olvidan rápidamente cualquier promesa que hayan hecho de enmendar su vida pecaminosa.

Es clara la advertencia que hay en este texto contra la indiferencia persistente. Por medio del proceso del repetido endurecimiento de su corazón esas personas ya no pueden oír el llamado de Dios al arrepentimiento.[3]

3.      La plaga de piojos

Éxodo 8:17–19 (RVR60) — 17 Y ellos lo hicieron así; y Aarón extendió su mano con su vara, y golpeó el polvo de la tierra, el cual se volvió piojos, así en los hombres como en las bestias; todo el polvo de la tierra se volvió piojos en todo el país de Egipto.18 Y los hechiceros hicieron así también, para sacar piojos con sus encantamientos; pero no pudieron. Y hubo piojos tanto en los hombres como en las bestias.19 Entonces los hechiceros dijeron a Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.

En esta ocasión, los hechiceros no pudieron producir algo semejante a este milagro. Aun ellos fueron constreñidos a decir: “Es el dedo de Dios”.

Dios le había puesto un límite al poder de Satanás. Dios hace lo mismo con los creyentes de hoy. Pablo escribe en 1 Corintios 10:13: “Fiel es Dios, que no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla”[4]

Sin embargo, el faraón permaneció obstinado aun cuando vio que sus propios hechiceros habían sido vencidos por un poder superior al suyo.

La plaga de moscas[5]

4.      La plaga de las moscas

Éxodo 8:24–32 (RVR60) — 24 Y Jehová lo hizo así, y vino toda clase de moscas molestísimas sobre la casa de Faraón, sobre las casas de sus siervos, y sobre todo el país de Egipto; y la tierra fue corrompida a causa de ellas. 25 Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Andad, ofreced sacrificio a vuestro Dios en la tierra. 26 Y Moisés respondió: No conviene que hagamos así, porque ofreceríamos a Jehová nuestro Dios la abominación de los egipcios. He aquí, si sacrificáramos la abominación de los egipcios delante de ellos, ¿no nos apedrearían? 27 Camino de tres días iremos por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, como él nos dirá. 28 Dijo Faraón: Yo os dejaré ir para que ofrezcáis sacrificios a Jehová vuestro Dios en el desierto, con tal que no vayáis más lejos; orad por mí. 29 Y respondió Moisés: He aquí, al salir yo de tu presencia, rogaré a Jehová que las diversas clases de moscas se vayan de Faraón, y de sus siervos, y de su pueblo mañana; con tal que Faraón no falte más, no dejando ir al pueblo a dar sacrificio a Jehová. 30 Entonces Moisés salió de la presencia de Faraón, y oró a Jehová. 31 Y Jehová hizo conforme a la palabra de Moisés, y quitó todas aquellas moscas de Faraón, de sus siervos y de su pueblo, sin que quedara una. 32 Mas Faraón endureció aun esta vez su corazón, y no dejó ir al pueblo.

5.      La plaga en el ganado

Éxodo 9:1–6 (RVR60) — 1 Entonces Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. 2 Porque si no lo quieres dejar ir, y lo detienes aún, 3 he aquí la mano de Jehová estará sobre tus ganados que están en el campo, caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas, con plaga gravísima. 4 Y Jehová hará separación entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de Israel. 5 Y Jehová fijó plazo, diciendo: Mañana hará Jehová esta cosa en la tierra. 6 Al día siguiente Jehová hizo aquello, y murió todo el ganado de Egipto; mas del ganado de los hijos de Israel no murió uno.

6.      La plaga de úlceras

Éxodo 9:10–15 (RVR60) — 10 Y tomaron ceniza del horno, y se pusieron delante de Faraón, y la esparció Moisés hacia el cielo; y hubo sarpullido que produjo úlceras tanto en los hombres como en las bestias.11 Y los hechiceros no podían estar delante de Moisés a causa del sarpullido, porque hubo sarpullido en los hechiceros y en todos los egipcios.12 Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no los oyó, como Jehová lo había dicho a Moisés. 13 Entonces Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana, y ponte delante de Faraón, y dile: Jehová, el Dios de los hebreos, dice así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.14 Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra.15 Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás quitado de la tierra.

7.      La plaga de granizo

Exodo 9:22 Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que venga granizo en toda la tierra de Egipto sobre los hombres, y sobre las bestias, y sobre toda la hierba del campo en el país de Egipto. 23Y Moisés extendió su vara hacia el cielo, y Jehová hizo tronar y granizar, y el fuego se descargó sobre la tierra; y Jehová hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto. 24Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con el granizo, tan grande, cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada. 25Y aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, así hombres como bestias; asimismo destrozó el granizo toda la hierba del campo, y desgajó todos los árboles del país. 26Solamente en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo.

8.      La plaga de langostas

Exodo 10:12 Entonces Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para traer la langosta, a fin de que suba sobre el país de Egipto, y consuma todo lo que el granizo dejó. 13Y extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y Jehová trajo un viento oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y al venir la mañana el viento oriental trajo la langosta. 14Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todo el país de Egipto en tan gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después; 15y cubrió la faz de todo el país, y oscureció la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde en árboles ni en hierba del campo, en toda la tierra de Egipto.

9.      La plaga de tinieblas

Exodo 10: 22 Y extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto, por tres días. 23Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.

24Entonces Faraón hizo llamar a Moisés, y dijo: Id, servid a Jehová; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas; vayan también vuestros niños con vosotros. 25Y Moisés respondió: Tú también nos darás sacrificios y holocaustos que sacrifiquemos para Jehová nuestro Dios. 26Nuestros ganados irán también con nosotros; no quedará ni una pezuña; porque de ellos hemos de tomar para servir a Jehová nuestro Dios, y no sabemos con qué hemos de servir a Jehová hasta que lleguemos allá. 27Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no quiso dejarlos ir. 28Y le dijo Faraón: Retírate de mí; guárdate que no veas más mi rostro, porque en cualquier día que vieres mi rostro, morirás. 29Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu rostro.

10  La muerte de los primogénitos

29Y aconteció que a la medianoche Jehová hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sentaba sobre su trono hasta el primogénito del cautivo que estaba en la cárcel, y todo primogénito de los animales. 30Y se levantó aquella noche Faraón, él y todos sus siervos, y todos los egipcios; y hubo un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiese un muerto. 31E hizo llamar a Moisés y a Aarón de noche, y les dijo: Salid de en medio de mi pueblo vosotros y los hijos de Israel, e id, servid a Jehová, como habéis dicho. 32Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacas, como habéis dicho, e idos; y bendecidme también a mí.

33Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a echarlos de la tierra; porque decían: Todos somos muertos. 34Y llevó el pueblo su masa antes que se leudase, sus masas envueltas en sus sábanas sobre sus hombros. 35E hicieron los hijos de Israel conforme al mandamiento de Moisés, pidiendo de los egipcios alhajas de plata, y de oro, y vestidos. 36Y Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despojaron a los egipcios.

CONCLUSIÓN:

Dios tiene un plan específico para nuestras vidas y tiene el control de todo lo que nos pasa, sabe lo que es mejor para nosotros y permite muchas cosas para nuestro bien. Tiene sus formas, sus maneras y su tiempo para obrar y hace cosas hermosas con aquellos que aprenden y están dispuestos a pasar por sus procesos y esperar en su voluntad perfecta.

El Señor, espera que seamos personas decididas, que le creamos a Él, que confiemos que Él, como lo hizo Moisés; Él tiene un plan hermoso para nosotros y que ese plan se cumplirá a nuestras vidas, en su tiempo y a su manera.

[1] Wendland, E. H. (1998). Éxodo (L. A. Schaller & J. C. Jeske, Eds.; p. 49). Editorial Northwestern.
[2] Wendland, E. H. (1998). Éxodo (L. A. Schaller & J. C. Jeske, Eds.; p. 50). Editorial Northwestern.
[3] Wendland, E. H. (1998). Éxodo (L. A. Schaller & J. C. Jeske, Eds.; pp. 52-53). Editorial Northwestern.
[4] Wendland, E. H. (1998). Éxodo (L. A. Schaller & J. C. Jeske, Eds.; p. 54). Editorial Northwestern.
[5] Wendland, E. H. (1998). Éxodo (L. A. Schaller & J. C. Jeske, Eds.; p. 54). Editorial Northwestern.

Categorías: Sermones

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